En toda persona alienta el Espíritu de Dios

“Dado que creo que en toda persona alienta el espíritu de Dios, no puedo destruir, y siento que mi obligación consiste en evitar ayudar a destruir vidas humanas en la medida de mis capacidades, por fuerte que pueda ser mi desacuerdo con las acciones o las ideas de una persona. Toda mi vida ha estado dedicada a actos de creación (mi profesión es la de compositor) y no puedo participar en actos de destrucción.” 

Benjamin Britten

Buscaba yo a Dios...

Buscaba yo a Dios en las páginas de un libro grueso.
Era un sabio el que lo había escrito.
Leía y leía, trataba de comprender, pero la lectura
se me hacía fastidiosa, y yo no encontraba a Dios.
Cerré el libro y miré por la ventana
abierta en la noche extasiada.
El cielo me abría su manto de estrellas,
plácidas y silenciosas.
Cuando entorné los ojos, sentí que había encontrado a Dios
por el camino de las estrellas.

Manuel Marín Triana

Preparad el camino al Señor

Preparad el camino al Señor,
armaos con un mazo
que derribe muro, tire rencores
y abra paso a la luz.

A voz en grito salid a la calle,
y decid que el amor viene
para ser bandera.

Abrid los ojos para reconocer
la grandeza del Universo
contenida en un ¡sí!

Atended y escucharéis
una Palabra plantada en el corazón de la Tierra.
Y después haced que el grito,
la mirada y la palabra
se conviertan en profecía tan necesaria.

José María Rodríguez Olaizola

Himno Nacional de los Países Bajos

Guillermo de Nassau
soy yo, de sangre germánica
a mi patria fiel 
permaneceré hasta que muera.
Un príncipe de Orange 
soy, libre y valeroso
al rey de España
siempre le he honrado.

Y me veo proscrito,
Sin pueblo, sin hogar,
Por el sólo delito
De a Dios servir y amar.
Mas el Rey de los Cielos
En su suma bondad,
Colmará mis anhelos,
Remediará mi mal.

Lloráis, fieles sujetos,
En inicua opresión,
Mas Dios a sus adeptos
Lleva en el corazón.
Quien de servirle trata
Le pide sin cesar
Me conceda por gracia
Que os pueda liberar.

Estados y fortuna,
Por vos todo perdí,
Hermanos de alta cuna
Verlos morir sufrí.
En Frisia cayó Adolfo
En el campo de honor,
Su alma en buen reposo
Espera el día mejor.

Retoño alto y preclaro
Soy de un emperador,
A príncipe elevado;
Con cristiano fervor
Por la palabra santa
Osado combatí
Cual héroe sin tacha
Mi noble sangre di.

Mi fuerza y confianza
Señor de Ti vendrán,
En Ti está mi esperanza,
No me dejes jamás.
Haz, Dios, que hasta la muerte
Te sirva noche y dia,
Que con ánimo fuerte
Venza la tiranía.

Oh, Dios, en mí se ensaña
La insidia y el rencor,
Protege de sus mañas
A tu fiel servidor.
Tuerce, Señor, los fines
Del odio criminal,
Que de sus manos ruines
No me venga a mí mal.

David el trato innoble
De Saúl hubo de huir,
Así con tanto noble
Me veo yo perseguir.
Mas Dios fue su victoria,
De dolor le sacó
Y del trono a la gloria
Israel le elevó.

En fin la prueba amarga
Cederá al dulzor
Que mi noble alma aguarda
De Dios Nuestro Señor:
Conocer la ventura
De morir con honor,
Gozando eterna gloria
Cual héroe vencedor.

Ni dolor ni laceria
Igualan dura ley
De saber en miseria
El buen país del Rey.
Mi alma se atormenta
Oh noble pueblo y fiel
Viendo cómo te afrenta
El español cruel.

Al frente de mis fieles,
Con firme decisión,
De cosechar laureles
Esperé la ocasión.
Retiene al enemigo
En Maestricht el temor,
Mis jinetes conmigo
Campean a sabor.

Si tal hubiera sido
De Dios la voluntad,
Hubiera yo vencido
Allí la tempestad.
Mas el Rey de los Cielos,
De todo ordenador,
Que hay que servir con celo,
Lo dispuso mejor.

Se mantiene constante
Mi principesco ardor,
Mi cristiano talante
No cede ante el dolor.
A Dios con insistencia,
Del hondo de mi ser,
Pido que mi inocencia
Me ayude a defender.

Adiós, pueblo sin ley,
Adiós, mesta oprimida
Vuestro pastor bien cuida
Su dispersada grey.
A Dios te encomendamos,
Sigue a tu Salvador;
Esta vida es, hermanos,
De un solo día flor.

Ultraje ni vileza,
A fe del Hacedor,
Inferí a la realeza,
Lo tengo por honor.
Mas el Señor lo quiso,
Suprema Majestad,
Y he de acatar sumiso
Su justa voluntad.

La normalización de la violencia en las televisiones

La carta completa de la víctima de La Manada

La carta completa de la víctima de La Manada

Hola a todas y a todos, 

Supongo que esta carta pensaréis que es para contar mi versión y mi vivencia, pero no es así. Esta carta es de agradecimiento. Mamá, papá, gracias no sólo por el apoyo sino por sacar fuerzas de donde no la teníais y habérmelas dado a mí. Gracias por todo lo que me habéis enseñado y por todo lo que me enseñaréis, pero sobre todo por no abandonarme, ni abandonaros a vosotros por mucho que quisierais. Gracias a mis tías, a mis abuelos, a mis tíos y mis primos. Por hacerme ver que en esto se basa una familia. En estar siempre, pase lo que pase. 

Quiero también dar las gracias a mis personas, mis elegidas, las mejores elecciones que he hecho en esta vida. Por apoyarme, llorar conmigo, enfadaros porque no tenía sentido lo que sentía. Por reír, por hacerme ver que lo mejor y lo peor de la vida hay que compartirlo, por odiar y sobre todo por querer. Vosotros me levantáis. 

También quiero dar las gracias a todas las personas que me han ayudado en este camino. Ojalá nunca os hubiera conocido, pero la vida es así y te trae a las mejores personas en los peores momentos y eso es por algo. Ojalá nunca te hubiera conocido, amiga, de verdad. Pero gracias a esto tengo una persona imprescindible en mi vida. Compañera de batalla, que sé que nunca voy a olvidar. 

También quiero agradecer a toda la gente que sin conocerme tomó España y me dio voz cuando muchos me la intentaron quitar. Gracias por no dejarme sola. Por creerme, hermanas. Gracias por todo, de corazón. 

Gracias a todo el mundo que haya hablado de mí un segundo para repudiar lo sucedido. Asociaciones, personas de la calle, personalidades políticas, famosos y en general a todo el que se haya preocupado por mí. Gracias por hacerme sentir otra vez parte de la sociedad en que parece que si te violan tienes que llevar el cartel de violada pegado en la frente. Gracias por luchar, gritar, llorar y apoyar esta causa. 

Por último, para mí lo más importante: denunciad. Nadie tiene que pasar por esto. Nadie tiene que lamentarse de beber, de hablar con gente en una fiesta, de ir sola a casa o de llevar una minifalda. Nos tenemos que lamentar todos de la mentalidad que tiene esta sociedad donde esto le puede pasar a cualquiera. Os lo aseguro. Tened cuidado con lo que decís, no sabéis cuántas veces he oído hablar de 'la chica de sanfermines' sin saber que esa chica estaba sentada a tu lado. Por cierto, no soy 'la chica de sanfermines'. Soy la hija, nieta, amiga y a lo mejor, ese 'de' sois unos de vosotros, así que por favor, pensadlo antes de hablar. 

Igual que estamos mentalizados y no bromeamos con enfermedades, no podemos bromear con una violación. Es indecente y está en nuestras manos cambiarlo. Por favor, sólo pido que por mucho que penséis que no os van a creer, denunciéis. Os puedo asegurar que todo el camino que hay que recorrer no es plato de buen gusto, pero qué hubiera pasado si yo no hubiera denunciado, pensadlo. 

Está muy bien condenar unos hechos, pero todos tenemos que ser partícipes del cambio. Personalmente, con que mi caso haya removido la conciencia de una persona o haya dado fuerzas a otra persona para luchar, me doy por satisfecha. 

Para todas las mujeres, hombres, niñas, niños que estáis pasando por algo parecido: se puede salir. Pensaréis que no tenéis fuerzas para luchar, pero os sorprendería saber la fuerza que tenemos los seres humanos. Contadlo a un amigo, a un familiar, a la policía, en un tuit, hacedlo como queráis, pero contadlo. No os quedéis callados, porque si lo hacéis, les estáis dejando ganar a ellos.

Fuente: El Mundo

¡Feliz 2018!







¡FELIZ 2018!


Y con esto y un bizcocho,

otro año ya está hecho,
y el que llega, por derecho,
es el Dos Mil Dieciocho;
medito en qué me reprocho
y en qué me causó alegría
en cada mes, cada día,
de este Dos Mil Diecisiete,
y, aunque en el cajón se mete,
¡gracias por su compañía!

Y a todo aquel que me lea,

se encuentre exultante o pocho,
el que escribe le desea:
¡Feliz Dos Mil Dieciocho!

Jesús María Bustelo Acevedo